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Durante la Cuarta Cruzada, Domenico Morosini trae a Venecia cuatro caballos de bronce, como botín de guerra. Durante el trayecto, una pata de un caballo se rompe y es colocada en la fachada del palacio de la familia.

Después de permanecer en el Arsenal de Venecia durante más de cincuenta años, los caballos son trasladados a la fachada de la Basílica de San Marcos tras la caída del Imperio Latino de Oriente, como símbolo tanto religioso como político.

En la luneta del portal de San Alipio de la Basílica de San Marcos, se elabora el mosaico de San Marcos, que representa los cuatro caballos en el lugar que todavía hoy ocupan en la fachada.

Una cita de Francesco Petrarca es el primer testimonio escrito de la presencia de la cuadriga en la fachada de la Basílica.

Cedido a la familia Contarini, el Palacio continúa exhibiendo su reliquia de guerra en la fachada. Con el tiempo, sus trazas se pierden y su destino queda envuelto en misterio.

En el apogeo de la dinastía de los Morosini, durante el auge de la Ruta da las Especias, los mercaderes establecen su actividad comercial de especias en las cercanías del Palacio, posiblemente también en sus almacenes, como sugiere la adyacente 'Calle degli Spezieri’.

Durante siglos, el Palacio mantendrá el nombre de los Morosini, pero recientemente adquiere el sufijo 'degli Spezieri', como homenaje a los mercaderes venecianos que, desde Venecia, distribuyeron por toda Europa las especias procedentes de Oriente.